jueves, 2 de abril de 2009

Escultura del Cinquecento en Italia

Dibujo de Leonardo da Vinci Monumento ecuestre de Francesco Sforza

La Virgen del Parto de Jacopo Sansovino


Santa Ana, la Virgen y el Niño de Andrea Sansovino

Como en las otras ramas del arte, en los primeros años del siglo XVI tiene lugar la consolidación de los modelos y el máximo auge de la escultura, de acuerdo con los tradicionales postulados del Renacimiento. El período experimental que supuso el Quattrocento concluye con el dominio de la técnica, de las formas y de los materiales. Crece el interés por lo monumental y es el momento de las grandes esculturas de bulto redondo, frente al relieve y al estudio de la profundidad de los volúmenes sobre el plano imperante en el siglo anterior. Florencia sigue siendo el centro artístico en lo que a la escultura se refiere. Los artistas más destacados de este período, anteriores y coetáneos del gran genio que fue Miguel Ángel pasamos a analizarlos a continuación:

Leonardo da Vinci (1452-1519) es uno de los innovadores de la escultura italiana de finales del Quattrocento. Investiga el gesto, las nuevas composiciones y el movimiento. En Milán realizó el monumento ecuestre del duque Francesco Sforza, padre de Ludovico el Moro. Pensó en un caballo alzado sobre sus cuartos traseros, una novedad en su género, del que conservamos algunos dibujos, pero que por problemas estática y de fundición se abandonó en 1489. Entonces planificó un monumento con una idea más conservadora de cuyo caballo al paso hizo un modelo en escayola en 1493, siendo destruido por los franceses en 1494. En 1511 se retomó el tema, proyectando el monumento ecuestre de Gian Giacomo Trivulzio que no pasó del papel y del que se conservan varios dibujos.


Andrea Sansovino (1467-1529) trabaja el mármol y la terracota, extrayendo modelos de la escultura clásica Es un continuador de la tipología del Quattrocento. Destaca el Altar Corbinelli en la iglesia del Santo Spiritu de Florencia, y el Bautismo de Cristo sobre la puerta oriental del Baptisterio de la Catedral de esta ciudad. En Roma destaca su obra maestra: Santa Ana, la Virgen y el Niño que forma una unidad con el fresco de Isaías de Rafael en la iglesia de San Agustín. La expresión de la belleza y variedad clásicas, corrección formal, la frontalidad, la contención y la relación de volúmenes delatan la presencia del puro estilo florentino en la ciudad de los Papas


Su discípulo, Jacopo Tatti (1486-1570), adoptó el nombre de Sansovino en honor a su maestro, sigue la línea escultórica de éste. Formado en Florencia, viajó a Roma con su maestro en 1505 donde intervino en la excavación que localizó el Laocoonte y en el posterior concurso para copiarlo. Es un compositor magistral como se observa en el Descendimiento, modelo en cera para una pintura de Perugino, donde la influencia de Alberti es clara y abundante. En Florencia realizó el Santiago de la Catedral,cuyo volumen cerrado, disposición de las manos y tratamiento exquisito de los paños mojados le hacen la mejor pieza del apostolado que contratara Miguel Ángel y que no hizo. De la misma época (1512) es el Baco, un desnudo en línea con el de Miguel Ángel. De regreso en Roma esculpe la Virgen del Parto, donde se observa la agudización de su clasicismo (toques anticófilos) de San Agustín. Huye a Venecia en 1527, donde vivirá el resto de su vida. Trabajará en las puertas de la sacristía y el coro de San Marcos; en la Loggietta, en las estatuas colosales de Neptuno y de Marte en la Escalera de los Gigantes del Palacio del Dux, figuras simbólicas alusivas al poder de la Serenísima en el mar y en la tierra.


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