martes, 2 de junio de 2009

Pintura Barroca en Holanda: Vermeer

Vista sobre el Delft

El Arte de la Pintura


La encajera

El concierto

Caballero y dama tomando vino

El pintor por excelencia de la vida cotidiana en Holanda, de los interiores domésticos y paisajes fue sin dudarlo, Jan Vermeer de Delft (1632-1675). Artista formado en Delft, dotado de una increíble precisión para el dibujo y de un gran sentido del color, sus obras transmiten serenidad, así como emanan el suave lirismo que surge de la apacible tranquilidad de la vida cotidiana.

Trata diversos temas, el religioso, el alegórico, el paisaje y sobre todo, las escenas de interior; éstos últimos son los que le han valido la consideración de pintor realista de escenas cotidianas. Pero, por encima de todo, como buen pintor flamenco que es, y siguiendo la estela de sus predecesores los primitivos flamencos, se le puede inscribir en lo simbólico: sus obras muestran una intencionalidad que va más allá de la realidad. Los objetos que introduce en sus cuadros (mapas, cuadros, inscripciones, entre otros), actúan como claves de interpretación; es decir, "el cuadro dentro del cuadro"o lo lo que es igual a "referencias simbólicas".

En este sentido simbólico de su obra, cobra importancia la relación amorosa. En "Caballero y dama tomando vino" relata la seducción amorosa a través del vino contenido en el jarrón, el laúd o la ventana abierta. En "La clase de música interrumpida", la muchacha ha dejado de tocar para recibir una carta de amor, quedando simbolizado por el Cupido del cuadro del fondo apenas perceptible.

Su obra carece de dinamismo, la razón domina los sentimientos. Nada queda al azar en sus cuadros, fruto de un esfuerzo intelectual y del dominio de la técnica. Su arte es clásico, por el equilibio y claridad de sus composiciones.

Se le conoce sobre todo como el creador del cuadro de interior, que muestra la vida burguesa. Aparecen pocos personajes en un escenario realista ocupados en labores cotidianas. Sus colores son claros y las composiciones están minuciosamente tratadas, contribuyendo a la geometrización del espacio. Se cree que pudo usar la "cámara oscura", y que de esa manera llegó a ser tan preciso en sus descripciones. Esta teoría se sostiene por la aparición de fuertes e intensos puntos de luz, generados por la lente de dicho artilugio óptico.

Sus modelos son jóvenes muchachas que bordan, leen, escriben, conversan con un caballero o interpretan música. La luz que penetra por la ventana de vidrios de colores cae sobre figuras y objetos, resaltando su volumen. Las estancias aparecen inundadas por una atmósfera clara y envolvente, que modela sólidamente las figuras definiendo su volumen y potenciando su realismo. A ésto contribuye su excepcional capacidad de captación de las texturas y calidades de los objetos. La sensación de intimidad y placidez de la acomodada vida burguesa la consigue con su magistral dominio de la luz natural, luz tamizada por las nubes que ilumina con nitidez las figuras, pero evitando intensos claroscuros. Son escenas gratas y refinadas.

Su pincelada es minuciosa y detallista, consiguiendo plasmar la realidad de forma casi fotográfica y objetiva. Domina tanto el paisaje ("Vista sobre el Delft") como las perspectivas internas. En "La encajera" culmina el intimismo del pintor, que acentúa la laboriosidad de los holandeses y el ambiente tranquilo y apacible de su vida cotidiana. En su última etapa acentúa la geometría, la perpectiva y se endurece su pintura.

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