sábado, 30 de mayo de 2009

Pintura del Barroco en Flandes: Rubens


El Rapto de Proserpina


El Rapto de las hijas de Leucipo


Las Tres Gracias

Como pintor mitológico interpreta con maestría y sensualidad los temas de extraídos de la literatura clásica grecolatina sobre las aventuras y desventuras de los dioses, como en "Las Tres Gracias" , "El Jardín del Amor", "El Juicio de Paris" o "La Venus en el tocador". Otras presentan momentos en los que los dioses y criaturas mitológicas se cruzan en la vida de los hombres, provicando terror y drama, amor y sentimiento de pérdida. En estos cuadros repite el mismo esquema: mujeres rubias de anatomías rotundas y pieles sonrosadas: el desnudo nórdico frente al clásico. Mujeres que muestran un nuevo canon de belleza: piel nacarada, carnes blandas y grasientas. El dibujo y el color muestran la influencia de la pintura veneciana y de Miguel Ángel, que conoció durante su estadía en Italia. De ahí extrae las siguientes características:

- Dominio del color (paleta cálida)
- El gusto por los grandes volúmenes
- Profusión de escorzos violentos.
- Teatralidad
- Tendencia al dramatismo
- Sobre todo: exuberancia barroca.


Las Tres Gracias: Pintura al óleo, se encuentra en el Museo del Prado. Se muestra a tres mujeres desnudas, las Tres Gracias, protectoras de la alegría y de la fiesta en el lenguaje de la mitología grecolatina. Estas mujeres se muestran entrelazadas, en armonía; con simetría en el conjunto. Destaca la gran luminosidad de la escena en un exterior. Los cuerpos son voluminosos pero sensuales, el canon perfecto de la época. Se advierte movimiento contenido, como si fueran a ejecutar una danza. Mueven hacia atrás una pierna, lo que confiere más dinamismo a la obra. El paisaje es muy delicado: prima el color sobre el dibujo, al igual que en la guirnalda de rosas que se halla sobre las cabezas de las Tres Gracias. Ésta está tratada como una naturaleza muerta que se incorpora al cuadro. El cuadro, de la colección privada del pintor, es un estudio del desnudo femenino, en el que incluye a su segunda esposa, Helena Fourment. El esquema compositivo es fiel al propuesto por los pintores clásicos, como hizo Rafael a partir de esculturas antiguas; pero lo interpreta con el lenguaje pictórico del barroco. Nadie ha pintado el cuerpo femenino con más dedicación y pasión que Rubens.

El rapto de las hijas de Leucipo: Es una de las obras capitales de Rubens y en ella se condensan sus características pictóricas. Posee una composición romboidal, poco usada en general por la dificultad que supone encuadrar a los personajes en un esquema geométrico. Sin embargo caballos, raptores y raptadas se insertan en el rombo, anteponiendo figuras afines, efecto que produce un ritmo armonioso en la composición. Contrastan así las figuras de los caballos, de Cástor y Pólux y las de las dos jóvenes. Éstas últimas son captadas una de espaldas y otra de frente, para así la vista de la parte contraria que se encuentra oculta. Hay un arrebatado dramatismo que emana de la violencia, la fuerza y la torsión reflejadas en las figuras; violencia expresiva que la convierte en una de las obras fundamentales del la pintura barroca. A la trepidante convulsión de las figuras entrelazadas se opone un sereno paisaje que aporta equilibrio natural. Los tonos claros de las pieles de las hijas de Leucipo contrastan con los colores tostados de los guerreros que las están raptando, colores potentes que armonizan el conjunto. Actualmente se discute el título del cuadro, ya que los captores no son idénticos, ya que los "Dioscuros", Cástor y Pólux lo eran, así como los caballos. Hoy se propone el título de "El rapto de las sabinas". El pintor muestra en esta obra interés por las tonalidades cálidas, el movimiento y el dramatismo. Delacroix dirá de Rubens “que prefería las formas excesivas y desenfrenadas”.

"El rapto de Proserpina": Destinado a la decoración de un pabellón de caza de Felipe IV llamado la Torre de la Parada, junto al Rapto de Deidamia y la Vía Láctea entre otras escenas, en el Rapto de Proserpina vuelve a mostrar Rubens la tensión provocada por un secuestro. Proserpina era una bella ninfa de la que se enamoró Plutón en su única salida de los infiernos. Prendado de sus encantos, decidió raptarla. Al oír los gritos de socorro de la muchacha acuden Atenea, Venus y Diana que no pueden evitar el rapto. La violencia del escorzo de Proserpina es lo que más llama la atención, al intentar zafarse de su agresor. Plutón está en total tensión al sujetar a la joven, mientras los amorcillos indican el camino al carruaje que llevará a la pareja con destino al Hades, donde Plutón era rey. Todas las figuras se vienen a primer plano, como sí de un friso clásico se tratara, debido a la preocupación del maestro por el volumen. Las luces empleadas sirven para aumentar el dramatismo y para reforzar el brillo del colorido, aplicado con largas pinceladas. La riqueza de las telas y el canon de belleza femenino, con mujeres entradas en carnes y muy blancas de piel, definen claramente el arte de Rubens, el máximo representante del Barroco.

La mitología proporcionó una temática rica y variada durante el período barroco. Estos temas adquirían un significado simbólico y moralizante, fácilmente comprensible para el sector más culto de la sociedad.


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