martes, 19 de mayo de 2009

La Pintura Barroca en Italia: El Clasicismo

Aurora de Giovanni Francesco Barbieri "El Guercino"

La última comunión de San Jerónimo de Domenico Zampieri "El Domenichino"


La Aurora de Guido Reni

Palacio Farnese de Anibale Carracci


La Huida a Egipto de Annibale Carracci

En Bolonia se desarrolla una corriente que se despega del manierismo, en busca de ideales elevados de belleza y dignidad expresiva. Frente al naturalismo caravaggesco, se contrapone el clasicismo de la escuela romano-boloñesa de la que los Carracci (Ludovico, Agostino y Annibale) y Guido Reni son sus máximos representantes. Intentó recuperar el equilibrio y la serenidad de espíritu del mundo grecorromano, al que añadió la presencia de hermosos paisajes, tranquilos y armoniosos donde no faltan las ruinas antiguas, testimonio del pasado cuyo espíritu se intenta evocar.

Esta corriente rechaza las formas idealizadas en exceso, pero también la representación de la realidad inmediata, con sus imperfecciones. Pintan las cosas no como son, sino como deberían ser, buscando la belleza ideal. Es una representación de la realidad de forma meditada y razonada. La iluminación que utilizan es uniforme. Su dibujo es firme, con líneas y contornos muy definidos.

El iniciador de dicha corriente es Annibale Carracci (1550-1609), quien en unión de su hermano Agostino y su primo Ludovico desarrolla esta nueva tendencia pictórica. Se interesan mucho por la naturaleza creando un tipo de paisaje de enorme belleza y equilibrio. Hacen uso y consagran el esquema de quadratura y cuadri riportati en las pinturas al fresco que ya fue usado por Miguel Angel.

Los Carracci crean una Academia que proporcione a los artistas, además de los conocimientos técnicos, una preparación literaria y humanística que enriquezca sus capacidades. En ella los artistas debían practicar el dibujo ante modelos.Otra finalidad era el estudio de las obras clásicas

Anibale Carracci es el de mayor calidad. Crea el paisaje clásico, con una ordenación simple de la naturaleza. Su obra maestra es la decoración del salón grande del Palacio Farnesio. Son pinturas decorativas de tema mitológico y alegórico, donde se exalta la anatomía y el movimiento, encuadrando los frescos en arquitecturas. Recupera la influencia de Miguel Ángel y Rafael en frescos como el de la Huida a Egipto, que representa la culminación del paisaje clásico. Su obra está marcada por una fría racionalidad, que comporta una distribución equilibrada de los diferentes elementos que aparecen en la escena.

Guido Reni, formado con Carracci se traslada a Roma en 1603. Es el más clásico por la pintura de frescos y la importancia del dibujo y del color. Su estilo es suave y expresivo, introduciendo un espíritu bello y sereno. Cultiva el desnudo, lleno de dignidad y trascendencia. Demostró una sensibilidad especial para representar la luz que envuelve a los ángeles, dándoles una sensación de irrealidad, como en "Los ángeles tocando instrumentos" de la capilla de Santa Silvia. Su obra maestra es “La Virgen del Rosario”. Otras obras manieristas tienen clara influencia de Rafael, como “La matanza de los inocentes”. Brilla de manera especial su talento para el dibujo en los temas mitológicos, como en "Hipómenes y Atalanta" del Museo del Prado.

Otros dos pintores clasicistas son:


Domenico Zampieri, “Domenichino”
, que ayudó a Carracci en el Palacio Farnese, siendo su principal obra “La última comunión de San Jerónimo”, "La caridad de Santa Cecilia", destaca por la importancia de fondos y paisajes y por su personalísima manera de sugerir la profundidad, y Francesco Barbieri, el “Guercino”, cuya pintura alcanzó gran potencia dramática de fondo y un riguroso físico en la forma. En sus frescos los personajes parecen volar sobre los espectadores, en un alarde del dominio de la perspectiva. Entre sus obras destaca “El regreso del hijo pródigo” y "La Aurora".

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