martes, 28 de abril de 2009

Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y el Renacimiento Español


Fachada de El Escorial
Fachada de la Iglesia de El Escorial
Planta de San Lorenzo de El Escorial

Monasterio de San Lorenzo de El Escorial: Fue el símbolo de la Contrarreforma y de la Monarquía española del siglo XVI. Lo mandó construir Felipe II el mismo año en que terminó el concilio de Trento, aunque las obras duraron veintiún años (1563-1584). El monarca quería reafirmar ante el mundo el poder que ejercía sobre unos dominios que, por entonces, comenzaban a rebelarse.

Para plasmar esa simbología se escogieron elementos y formas constructivas austeras. Destacan los grandes volúmenes y la ausencia de decoración que fue sustituida por los contrastes lumínicos entre los elementos empleados en el edificio.

El monasterio está enclavado en la sierra de Guadarrama. Es un enorme complejo que comprende mausoleo, iglesia, biblioteca y palacio para el rey. En él trabajaron dos arquitectos diferentes: Juan Bautista de Toledo, que había trabajado con Miguel Ángel en las obras de san Pedro en Roma y Juan de Herrera, que continuó con los planos del anterior a la muerte de su maestro. Pero el rey fue el auténtico artífice del Monasterio, ya que supervisó toda la obra y dio indicaciones para las modificaciones.

Para la planta se eligió un enorme cuadrado, subdividido en otros menores, que se organizaban alrededor de los patios. El eje central del edificio lo ocupan la iglesia y el patio de entrada. A ambos lados se estructuran los patios, de forma que las diferentes funciones del edificio son independientes. Se inspira en los trazados de los Hospitales italianos del Renacimiento, a partir de un esquema en forma de cruz. La iglesia preside la construcción y su cucero se cubre con una enorme cúpula que recuerda los modelos italianos. El resto de cubiertas tienen las vertientes muy inclinadas, con chapiteles en las torres. Es un reflejo flamenco, muy popular en la arquitectura española. Las entradas principales se resaltan con el uso del orden gigante y la decoración de pirámides coronadas por bolas.

La construcción de El escorial está pensado con un ajustado sistema de proporciones y estudios de geometría. El edificio aúna influencias flamencas e italianas, lugares donde poseía territorios la Corona española. Los rasgos generales de la construcción como la austeridad, simplicidad o decoración con elementos arquitectónicos expresan el arte más depurado de la Contrarreforma.

Materiales: piedra para los muros y pizarra para el tejado. No se añadieron elementos ornamentales en el edificio, que se caracteriza así por el respeto a las formas constructivas de Miguel Ángel, pero que aquí alcanza la austeridad total. El orden gigante miguelangelesco y los vanos ciegos que permiten jugar con los efectos lumínicos se emplearon de nuevo. Los presupuestos manieristas aparecen perfectamente representados en la concepción de El Escorial.

La repercusión de este edificio fue tal que la arquitectura española de finales del siglo XVI recibió el calificativo genérico de escurialense o herreriana. El mensaje de El Escorial era la supeditación de la vida humana a los designios divinos. La grandeza de formas de este edificio consigue que cualquiera que entre en él quede profundamente impresionado, tanto por las dimensiones como por la cantidad de patios y claustros que organizan el espacio interior. El hombre, eje del renacimiento, percibe su pequeñez ante Dios y el caminar del hombre concluye con la muerte que se evidencia en el Panteón Real, que se encuentra en el centro del complejo escurialense.

Si a principios de siglo científicos y religiosos habían discutido la concepción tradicional del mundo, poniendo en peligro la concepción de la monarquía absoluta y la estructura económico-social, a finales del siglo los sectores amenazados trataban de impedir los cambios. El papel de barrera lo ejercieron la Monarquía española y la Iglesia Católica. Con El Escorial, monumento sobrio y severo, se quería poner de manifiesto la nueva Iglesia de la Contrarreforma, que se apoyaba en el poder de la Monarquía hispánica.

La influencia que tuvo en la arquitectura fue palpable, incluso en edificios de principios del siglo XVII, cuando el nuevo estilo barroco y sus presupuestos estéticos estaban ya en toda España. Los pináculos escurialenses y la austeridad decorativa marcaron los inicios constructivos del barroco español.

El conjunto fue denominado “traza universal”, delimitada por un rectángulo del que sobresale en uno de los lados el palacio del rey.

El carácter funerario del edificio explica alguno de sus rasgos, como la importancia de la cúpula sobre tambor. La zona conventual se articula en torno al patio de los Evangelios, cuyo templete central, al estilo de Bramante, fue diseñado por Herrera. Todo está rodeado de jardines, huerta y naturaleza, reforzando su carácter de “retiro espiritual” en medio del campo. Allí el Rey pasaba sus “vacaciones sagradas”.

La envergadura y magnitud de la obra impresionó a sus propios constructores y a medida que avanzaba se fraguó una mitología sobre el edificio, al que se comparó con el Templo de Salomón. Pero en esencia, el modo sencillo y desornamentado , la importancia volúmétrica del cubo y la idea de simetría y correspondencia entre sus distintas partes hace de él un edificio peculiar, en el que algunas ideas renacentistas se abandonan frente a las ideas mantenidas por la Contrarreforma y Felipe II

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